jueves, 27 de octubre de 2011

Elecciones

La noche de las elecciones, Camilo desvariaba. Siempre le ocurría, aunque siempre se prometía que sería la última vez. Como un orate, Camilo desgranaba resultados posibles, ficticios, de viva voz, cantarina, ante su ventana. No seguía la transmisión de los resultados por los medios al uso, sino que los pergeñaba de su caletre. Y Camilo no desvariaba más que en ese punto, pues sus augurios muchas veces coincidían con los resultados reales. Sabía conectar con el espíritu del pueblo, esa voz del pueblo que se expresa en las urnas como una mano sabia  y bien visible, orientando los hados políticos siempre cayendo del mejor lado posible, o al menos eso se decía siempre. Y era bien posible que hubiera un espíritu del pueblo que sumaba seguramente sólo lo que cada uno de los miembros de ese pueblo agregado a cada uno de los demás, pero no dejaba de ser una amalgama, una red que se tendía sobre las cabezas de todos y cada uno de nosotros. Y Camilo sabía pescar con esa red, las más de las veces.
-          Gol, gol de Ibarretxe! Gritaba urbi et orbe
-          Penalti, penalti, cuando se refería en un momento dado a Patxi
-          Falta de Basagoiti, refiriéndose al candidato a lehendakari del PP
Y así sucesivamente. Naturalmente las gestas políticas se presentaban en la voz recia de Camilo bajo la forma de hazañas futboleras. ¿Y qué otra manifestación continuada tenía la voz de la polis? La política era cosa de lustros, el fútbol de cada semana, de cada día si me apuran. La suerte de la polis se juega en los estadios, no en las urnas, o más bien las urnas refrendan la suerte de los estadios, las más de las veces.
Y la vecindad de Camilo generalmente se mostraba arrobada en balcones y ventanas escuchando la transmisión cuasi celestial por vía interpuesta en la voz del orate. A la luz de la luna se ganaban, y perdían, muchas elecciones.

1 comentario:

  1. O sea, que el 20n habrá que escuchar en Carrusel deportivo el Marcador Simultáneo Dardo. ¿O no?

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