viernes, 24 de octubre de 2014

Sí, los noctámbulos mugen, y su mugido, un tipo de ultrasonido, enciende las luces de los bares de copas y apacienta las farolas de luz naranja de Madrid, reuniéndolas en la alquería dispersa que es la ciudad donde afilan las sombras nocturnas que se escarchan bajo ese mugido inaudible y apaciguador a pesar suyo, domador de muchos lamentos sin nombre que pulularían por los contornos de no ser amaestrados.

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