sábado, 11 de octubre de 2014

Un farolillo abre y cierra la noche, uno entre tantos... para poder vivir, amar, debe haber una corriente que nos lleve formada por muchos. Número y absoluto no casan. Somos números como insinúa un amigo. Y vivimos. La luz de las farolas en Madrid es anaranjada, noches de arrebol congelado nos dan.

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