sábado, 4 de julio de 2015

Rescató la botella del mar. Contenía un grano de sal y una hoja de papel cubierta de trazos desvahídos. Jugando, el perro la rompió contra las rocas y se comió su contenido. Robinson Crusoe contemplaba la escena. Horas después examinó las heces de su perro y se dijo, satisfecho, "No queda nada". No sabía todavía que Viernes iba a curarle de su misantropía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario