viernes, 6 de noviembre de 2015

La atención viene y va, como el viento cambiante que nos olfatea al rozarnos, pero cuando se magnetiza y encuentra su norte no suelta a su presa hasta que las condiciones ambientales vuelven a ser oscilantes, caso de que su ataque haya sido impremeditado, y en caso contrario hasta que la presa cesa de acoplarse como un guante a su mandíbula, por desgajamientos o comienzo de deglución.

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