jueves, 14 de julio de 2016

Hoy es santa Teresa, criolla de buen ver que te rezaba cuarenta avemarías y ochenta padrenuestros con tal velocidad y atropello que la contrataron en la iglesia arciprestal, la de los ricos, a modo de molinillo de oraciones budista sin saber la letra -la letra del budismo, quiero decir-. Santa Teresa rezaba y rezaba y era la gloria de las beatas del lugar que se veían por fin libres de tan dichoso menester y se podían dedicar a cuchichear sobre los amores de la Perricholi. Su santidad le viene de la funcionalidad de la máquina bien engrasada que encarnaba pues nunca ningún resfrío, gripe, afonía o patatús alguno interrumpieron sus monódicas preces.

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