viernes, 8 de julio de 2016

Jesús nació, creció, vivió y murió en galeras. Amarrado al banco de un galeote, nunca aprendió a hablar pues el silencio era imperante entre los remeros. Con sus paladas contribuyó a trazar un surco en el mar, lo que creo expresa bien la fe en el destino humano. Así podían haberme contado la historia de Jesús, y así os la cuento yo.

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