viernes, 26 de agosto de 2016

Los romanos, pragmáticos ellos, recordemos que crearon el imperio de la ley, no descollaban sin embargo por sus virtudes capitalistas. Eso se hace evidente si se considera que el tipo de fe calvinista, origen, se dice, del capitalismo, es francamente incompatible con el genio romano. No en vano hacían derivar el negocio, del no-ocio, nec-otio. Es curioso que la primacía de la ley, y la consiguiente seguridad jurídica, no generase un capitalismo avant la lettre, pero tradiciones como la esclavitud pesaban mucho a la hora de mitificar el valor del trabajo con la consiguiente sublimación del cuerpo, recinto limitativo de las posibilidades de expansión del valor trabajo. A este respecto no hay más que decir, para significar lo corporalizado del mundo romano, que testificar o dar palabra, viene de teste, testículo, porque se daba fe cubriendo con la mano los testículos.

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