sábado, 12 de noviembre de 2016

La lava manaba fluida del cráter del Kilauea y se derramaba lenta y constantemente por sus laderas. Contemplado a distancia prudencial, se dejaba comparar al pensador contumaz y persistente que deja rebosar sus pensamientos hasta llenar el ambiente y contraponerlo de una tacada al volcán de tipo vesubiano, por ejemplo, de erupciones violentas, y que vendría a representar al jugador del ajedrez ideacional que encadena combinaciones constantes hasta alcanzar la victoria -o derrota- final de su pensamiento. Afortunadamente, se dijo el observador, estoy en Hawai y no en las antípodas de mi razonar.

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