viernes, 30 de septiembre de 2016

miércoles, 28 de septiembre de 2016

El recuadro en la ventana enmarcaba un paisaje de tejados y desmontes del centro histórico de la ciudad. Había trazado ese marco en la ventana para obtener una miniatura, que le daba toda la vida de que era capaz su mundo liliputiense. Los Viajes de Gulliver acechaban desde la estantería y dirigían, imaginación mediante, todo el cotarro. Al servirse una taza de café no pudo dejar de notar que toda la ciudad, cuando menos, se había achicado al tamaño de una hormiga. Y que las altas voces de su pensamiento eran las únicas altas torres en esa tierra.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Un apunte de vida urbana

El remolino crecía absorbiéndolo todo a su paso. ¿Sería éste el titular del periódico del día de autos? Jaime recordó otros momentos en que le pareció desfallecer, eran tantos, restringió la búsqueda a los últimos meses, más resaltados. Se dio cuenta de pronto del estado de semi-inconsciencia en que se hallaba por el tenor de estos pensamientos. ¿Pero iba a ser pública y publicada su indolencia suicida? O su caída a los abismos del remolino...¿de su vida?

Jaime se incorporó y vio a lo lejos, a través de la ventana, el tren que cruzaba el camino de las siete y media. ¿Y a qué hora me acosté? No lo recordaba con claridad. Sólo sabía que la tarde anterior, deambulando con Juan, habían desarrollado un psicodrama en el cual él se llevaba la peor parte. Juan se había marchado tan ufano a hacerse una tortilla a las finas hierbas, había dicho. Y Jaime volvió a su casa con ganas de engullir la parca despensa de su hogar para rellenar el vacío que le había dejado la conversación.


Cuando se pesó en su báscula, como todas las mañanas, ¡albricias! ¡Un kilo menos! Regalos como aquel no caían del cielo todos los días...Su humor cambió repentinamente, recompensado por el destino y el metabolismo. Amarró ese estado a pensamientos positivos y salió de casa hacia el trabajo con el libro de relatos en la mano. Digna lectura para un viaje en metro, pensó.


Y se adentró en la boca de fauces bien abiertas. “El tubo digestivo de los infiernos”, y él saldría expelido en su estación correspondiente. Se concentró en la lectura y alcanzó a terminar un relato. Con media sonrisa en los labios emergió a la vida exterior de aquella plaza deslavazada.


Ahora llegaba lo mejor, seguramente, de la jornada, el dulce tránsito a través de las zonas avaramente ajardinadas, en la mente del urbanista, pero que le dejaban un muy grato sabor de boca. Saludó mentalmente a los gatos, los árboles, los pájaros de varias clases que se sucedían en pocos metros. Cuando entró en el recinto, el remolino enjundioso más próximo se hallaba a cientos, cuando no a miles de kilómetros de allí. No se volvió para no oír cantar a todos los pájaros a coro el dies irae

jueves, 15 de septiembre de 2016

La pecera era tan grande que abarcaba un cardumen abigarrado de muy diversas especies. Los observadores a veces apenas podían distinguir sus límites. Tan grande era que más parecía un modelo dinámico de la Vía Láctea. Y ser observador venía a ser una petición de principio.

martes, 13 de septiembre de 2016

Los espectros razonaban muy bien, tanto que generaron una fuerte empatía hacia los demás, dejando de hacer sufrir. Así liberaron al espectro radioeléctrico de su presencia.

lunes, 12 de septiembre de 2016

A destiempo

Deseo que la vida me ampare y me sosiegue. Esta brevísima oración atravesó el rostro de María, la noche del martes, justo al posarse su avión de regreso a casa. María saltaba ágilmente de señal de tráfico en panel indicador y semáforo, y vuelta a empezar, mientras conducía por la gran ciudad. El miércoles de mañana, con la vida por delante, desayunó sin prisa, leyó el periódico deteniéndose en los regatos que dejaban en forma de sueltos, algunas noticias importantes, y se vistió de época, de época contemporánea. No se le arremolinaban apresurados deberes, tenía como suele decirse, todo el tiempo del mundo.
Salió a la calle, a pasear con dulce morosidad y sin afán de desvanecimiento. El tráfago ciudadano no la desvaneció y se recortaba su silueta al sol. Se dispersó en mil y un afanes andariegos que reclamaban su aquiescencia a derecha e izquierda. Llegó al café de sus citas de toda laya, sola esta vez. Se sentó a una mesa y pidió un café. Se lo llevó el camarero del escorzo, como le apodaba. Tenía un aire su cara a medio garabatear, como si lo hubieran parido y criado con prisa. Sonrió y sorbió un poquito el café. No echaba azúcar, se había acostumbrado y le complacía cada vez que lo recordaba al saborear el amargor.
La mañana se estiraba en hilos finamente tensados, la telaraña se proyectaba fuera del establecimiento, muy lejos, a miles de kilómetros. María pensó en vidas posibles, vidas abiertas y no cerradas. Su marido, Juan, recién adquirida su condición de profesor invitado en una universidad de Puerto Rico, encarnaba una de ellas. “Está abierta”, desechando una miga ¿imaginaria? de su presencia, al borde de la mesa. Se levantó y dejó caer, tintineantes, unas monedas sobre la mesa.
Conducía despacio, sin levantar la vista del horizonte abierto y seco. Un toro de Osborne también oteaba el horizonte desde un altozano. No se podían cruzar sus miradas. “Elena llegará pronto”. María descrispó las manos alrededor del volante. No tenía nubes que guardar en su corazón. “Ligera de equipaje”, pensó. En la posada deshizo su maletín de viaje y contempló por un momento su ropa colgada en el armario. Era suficiente. Se metió en la cama y durmió.
Sueños incoloros vagaron fantasmagóricos toda la noche para desvanecerse cuando despertó, muy temprano. “No es la hora del desayuno”, y se preparó para expeler las horas que faltaban todavía, antes de levantarse, con cada expiración. En el comedor, pocos comensales, algunos en pie de guerra, otros en pie de paz. Se sirvió un café largo y algo de fiambre, un yogur y queso. Poco después estaba leyendo el diario de su ciudad en un saloncito. Papel y tinta contra los dedos, aún.
Pensó en la biblioteca infinita y en las infinitas vidas que la habían traído al mundo, “Borges”, se llamaban. María pensó en Elena que pronto volaría desde Puerto Rico y alzó la voz para pedir una tónica. “Es fiable y amarga”, ¿como su propia percepción del mundo? ¿Elenita pensaría eso de su madre?
Tenía 53 años y la biblioteca todavía no la había alcanzado.

jueves, 8 de septiembre de 2016

Ya no hay serpientes de verano...el monstruo del lago Ness, los Ovni, el Yeti, han ido a dar en un Universo paralelo editorial...¿o será que el verano se ha convertido en la estación a abatir? con temperaturas más que tropicales y noticias que abren la boca del infierno...¿se habrá concertado el Cosmos para evacuar del verano al ser humano para que la Naturaleza pueda seguir procreando en paz en algún lugar? Si es así, estamos un cuarto de año, más agostados, por una buena causa...

sábado, 3 de septiembre de 2016

Teclas blancas y teclas negras. Qué fácil sería decir: "blancas juegan y ganan", por ejemplo. Pero la partitura se interpreta con ambas, blancas y negras. La vida no nos da nada, antes nos quita (el infierno son los otros). El sufrimiento no impide ser feliz (Dios nos da y nos quita). ¿Y si viviéramos en el infierno de nuestros deseos y necesidades dándonos la oportunidad de intentar ser felices? (el derecho a la búsqueda de la felicidad inscrito en la Constitución americana). La Utopía, americana en su origen, pero española, ya, no tendrá lugar? El Hombre, como promesa, ya no tendrá lugar?

jueves, 1 de septiembre de 2016

Hoy es san Ataúlfo, que ató un elfo a su rosal con la mala suerte de que se le clavara una espinita cerca de la uña y se le formase un uñero que el santo le curó, llamándose en su recuerdo a partir de ese momento ulfo a su elfo que aprendió a cuidar el rosal dándole excelentes frutos al santo para su solaz