Los niños, esos locos bajitos. Los adultos, esos niños monstruosos que
por no recordar bien como con cinco años caminaban con pasos de elefante
se vuelven ahora elefantes y lo pisotean todo. Así, en la cópula, un
Rey mago, heraldo de los sueños hechos realidad las mañanas del 6, tiene
que barritar para no alterar el orden de las cosas.
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