lunes, 5 de junio de 2017

Agua que corre, no la has de beber.

Cuando este aserto se convierta, finalmente, en una verdad universal, habremos asistido al culmen de la civilización occidental y consiguientemente, al inicio de su rápida decadencia. Pues la clave de bóveda de la transformación del mundo será al tiempo su lápida sepulcral. Lo malo es siempre el paradigma de la virtud, no su límite, pues bueno y malo son una díada inseparable, y resaltan más los contrastes. Así, el último ser humano bueno será el que sepa distinguir con exactitud la maldad del agua corriente, por ejemplo. A continuación vendrán tiempos oscuros pero no exentos de ciertos brillos, como no puede ser menos.

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