viernes, 9 de junio de 2017

Siempre somos seres imaginarios pues la imaginación no descansa y se toma como modelo a sí misma. Si no dejamos de imaginar nunca alcanzaremos la realidad a la que en forma hipócrita, a veces calificamos como "eterna" o "infinita": no queremos reconocer que no estamos listos para ella y la dotamos de esos atributos para emperifollarla patéticamente. Aquel que alcanzase a percibir la realidad, se quedaría ciego, sordo y mudo y ninguna simbólica Esfinge podría plantearle nunca más ningún acertijo.

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