domingo, 19 de noviembre de 2017

Si Rossini hubiera venido a Madrid, habría escogido la fonda que había enfrente de mi casa, como casi todos los viajeros de cierto postín. Y hoy tendría un motivo más para graduar mis gafas al intentar leer la placa que el Ayuntamiento colocaría recordando su estancia. Gracias, Rossini por ayudarme a no recordar que veo cada vez peor con mis gafas! (Sabéis? El secreto de su música está en ocupar todas las oquedades del silencio para colmatar la sensibilidad y así lograr que su música inficione fácilmente nuestro cuerpo.)

ROSSINI NUNCA ESTUVO ALLÍ.
Y sí, Rossini vino a Madrid en la década de 1830 y compuso aquí su Stabat Mater, como reza la correspondiente placa del Ayuntamiento un poco más arriba de mi casa. Lo que hace no graduarse la vista...Rossini, no Cherubini.

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