lunes, 26 de febrero de 2018

Desde el capitán Nemo hasta el Mahatma Gandhi, más o menos, hay un arco temporal que preanuncia la televisión. Ese sueño, en technicolor, nos permite atisbar, y hasta oler, la pureza, en nuestro devenir histórico reciente.
La verdad de la vida, por decirlo crudamente, empieza ya en los años 30, con las primeras emisiones y llega a su clímax con Su Emitenza, en los 90.
Es uno de los momentos de oro de la nostalgia por la verdad en la vida. Pues yo, y seguramente otros más, nos quedamos con la ficción histórica bien entendida.
Vivan los hermanos Marx y mueran las caenas!

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