martes, 15 de noviembre de 2016

En época napoleónica, Arago fue uno de los componentes de la expedición que intentaba medir una parte del meridiano de París, que pasa por Barcelona, y se encontró metido de hoz y coz en las redes del bandolerismo hispano. El mismo Arago, años después, puso en ridículo a un marino, en el Instituto de Francia, que afirmaba haber visto olas de 20 m. El sabio pontificó que no podía haber olas de más de 7 u 8 metros...Del mismo modo que Arago hizo mal aplicando a la ciencia el sentido común, ¿actuó mal años antes en España cuando aplicó la ciencia a ámbitos que debían estar regidos por el sentido común? Quizá sólo nos podría responder el espíritu de Napoleón, propiciador último de tal partida científica, pero este se dejó envenenar en Santa Elena (lo podemos conjeturar), para dejar que el bandolerismo de Estado campara a sus anchas. La ciencia, esta vez química, y el bandolerismo otra vez estrechamente unidos...

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