jueves, 31 de agosto de 2017
martes, 29 de agosto de 2017
lunes, 28 de agosto de 2017
Breve nota divulgativa sobre la corea
El encuentro se prolongó durante años, la seguridad de sus vidas los volvía perennes. No faltaba nada para que llegasen las sucesivas primaveras. Y ninguno de sus otoños les interrumpió nunca el camino. Sus vidas cumplían una secreta función, la de reproducir la danza antigua griega, la corea, en el espacio de sus sagrados escenarios. Y así su ronda hizo contable al tiempo.
El encuentro se prolongó durante años, la seguridad de sus vidas los volvía perennes. No faltaba nada para que llegasen las sucesivas primaveras. Y ninguno de sus otoños les interrumpió nunca el camino. Sus vidas cumplían una secreta función, la de reproducir la danza antigua griega, la corea, en el espacio de sus sagrados escenarios. Y así su ronda hizo contable al tiempo.
miércoles, 23 de agosto de 2017
En los días que vivimos, tal parece como si la libertad democrática
fuera considerada como un salvoconducto para establecer una relación
entre iguales que se reconocen el derecho a atacarse sin piedad, aunque
con la ilusión inconfesa de no sobrepasar el límite de la destrucción de
su mutua igualdad. Esa ilusión vana del sumo igualitarismo es la que
conlleva la pérdida real de la libertad.
domingo, 20 de agosto de 2017
La secta de los hashisins (o de los asesinos) tuvo espantado a medio
Islam durante cerca de dos siglos. Aparecía uno de ellos en un acto
político, una audiencia de algún gobernante, y cuando este pasaba al
lado suyo, se abalanzaba y lo asesinaba. Inmediatamente después se
suicidaba. El modus operandi de los asesinos tenía inermes a los
responsables de la seguridad, pues nada podía detenerlos.
Desaparecieron cuando se opusieron a un enemigo irresistible, los mongoles, que asediaron y conquistaron, una a una, todas sus fortalezas y atalayas.
El último jeque de los hashisins murió camino de Mongolia, pero se ocultó a uno de sus hijos en vistas a preservar la sucesión.
En el siglo XIX a un descendiente indirecto de aquel último hijo, el sha de Persia le concedió el título de Aga Khan. Hoy reina en las revistas de papel couché.
Desaparecieron cuando se opusieron a un enemigo irresistible, los mongoles, que asediaron y conquistaron, una a una, todas sus fortalezas y atalayas.
El último jeque de los hashisins murió camino de Mongolia, pero se ocultó a uno de sus hijos en vistas a preservar la sucesión.
En el siglo XIX a un descendiente indirecto de aquel último hijo, el sha de Persia le concedió el título de Aga Khan. Hoy reina en las revistas de papel couché.
jueves, 17 de agosto de 2017
El
olor a verano en una terraza, en el sur de Europa, es la verdad del
verano. Aunque esté en el centro de una poblada ciudad. Da igual. Ese
olor, decenas de veces macerado, de mediados de agosto, es el que nos
hace volar al litoral más próximo, aunque esté a 400 kilómetros. Y hay
que dar gracias, mil veces, a quien te ha invitado a salir de casa para
visitar esa terraza.
Y así, una hamburguesa se convierte en caviar beluga o en un asado criollo, mejor. Humilde pero verazmente.
Y así, una hamburguesa se convierte en caviar beluga o en un asado criollo, mejor. Humilde pero verazmente.
martes, 15 de agosto de 2017
La temporada se abría con un Sibelius de los primeros tiempos, para
luego seguir con Schumann y Brahms. Ese verano, el festival no tenía los
oropeles de otros años. La crisis económica se manifestaba en apuros de
los patrocinadores y alguna que otra velada crítica a la orientación de
la programación. Las orquestas más importantes titubearon ante el
panorama que se les ofrecía. Sólo el prestigio acendrado del festival
les impulsó a subir al cartel. ¿Qué pensaban los directores, los técnicos, los empleados? E la nave va...
Sin embargo, la soirée de apertura fue pródiga en pequeños acontecimientos que presagiaban un buen fin. Teníamos entre las manos el devenir próximo de la pequeña ciudad que nos acogía y que vivía en un 75% de los réditos de nuestro festival.
La afluencia de público fue buena, casi exagerada para los tiempos que corrían y el intendente general se frotó las manos.
No cabía otra loca esperanza sino otra noche de música. Y se oía, se oía en el sordo rumor del río.
Bachlein, bachlein (riachuelo, riachuelo)...¿quién demonios se olvidó de programar "La bella molinera"?
Pero el rumor del riachuelo prosiguió, incontable como el agua.
Sin embargo, la soirée de apertura fue pródiga en pequeños acontecimientos que presagiaban un buen fin. Teníamos entre las manos el devenir próximo de la pequeña ciudad que nos acogía y que vivía en un 75% de los réditos de nuestro festival.
La afluencia de público fue buena, casi exagerada para los tiempos que corrían y el intendente general se frotó las manos.
No cabía otra loca esperanza sino otra noche de música. Y se oía, se oía en el sordo rumor del río.
Bachlein, bachlein (riachuelo, riachuelo)...¿quién demonios se olvidó de programar "La bella molinera"?
Pero el rumor del riachuelo prosiguió, incontable como el agua.
lunes, 14 de agosto de 2017
sábado, 12 de agosto de 2017
Los
silencios de la vida
¿Qué
silencio vamos a abarcar? ¿Cuánta monotonía podremos soportar? La
unidad de la mente viene dada por sus silencios, sí, por la forma
que tiene de guardar silencio a trechos.
A
modo de pegamento que une los trozos dispersos y lanzados en todas
direcciones, el silencio mental, en una suerte de definición
negativa, recompone y da forma a la unidad de la mente.
Es
una linde sin nombre que recorre todos los pensamientos, los más
variados y procelosos. A modo de banda de gutapercha que une los
distintos trozos en formas y figuras unitarias.
Por
eso es tan difícil de conseguir. Hacer silencio en la mente requiere
de muchos trabajos y penas. Pero no es tan difícil lograr
microsilencios, hiatos, que son los que en forma microscópica, unen
y suturan los pensamientos.
¿Lo
que no es pensado, puede ser dicho? Es muy posible que no. Así,
tenemos la impresión de que nuestro pensamiento fluye, de forma más
o menos continua. Pero si no hubiera contraste entre dos
pensamientos, ¿cómo los distinguiríamos? ¿Cómo podríamos hablar
de pensamiento, pensamientos, sin hiatos entre ellos?
La
función primordial de la palabra es vaciar, vaciar la materia que la
recubre y dejar espacio para el silencio. Decir es no decir, en
cualquier sentido. Decir es definir todo lo que no se dice.
La
figura en la alfombra se produce por contraste con los huecos en su
gestalt. Su binomio forma-no forma es lo que la define. El sentido
viene por ahí, directamente. No hay sentido que no acarree su
sinsentido correspondiente, y complementario.
Recorrer
los caminos de la vida nos lleva a hacerlo con mucho cuidado de no
pisar sus huecos, para no torcernos el tobillo del sentido. Los vivos
no tienen sentido sin sus muertos y así ha sido siempre.
El
espacio es libre, es libertad. El espacio entendido como vacío de
alguna manera. La sutura es indispensable, ya lo hemos visto. Y el
recorrido por la linde que lo diseña es el camino de la vida.
Y
de la mente. Indistintamente. Porque toda vida es mental en algún
grado. Y la materia viva es materia mental, tan liviana como sus
silencios, sus hiatos y sus contrastes. La vida no sería si no se
pudiera pensar.
Y
así, ¿el silencio es también pensamiento, palabra, vida?
Indudablemente. Es el correlato de todos estos significantes. Porque
la corriente del silencio atraviesa todo lo viviente.
Y
cada silencio es diferente. No hay indiferenciación de los
silencios. El silencio contextualiza y vive por sus contextos. Así,
cada silencio corresponde exactamente a un nodo mental o vital
determinado.
Lo
que ocurre es que no debemos diferenciar los silencios. Porque si lo
hiciéramos, si lo intentáramos conscientemente, volveríamos al
inicio de la rueda y tendríamos de nuevo que vernos con
pensamientos, palabras y vida.
El
juego de manos del silencio es ser lo que no es, de alguna manera. El
silencio, tiene que ser silencioso para poder seguir siendo. Si
hablara, moriría en el acto y nosotros pereceríamos con él.
La
misión del silencio es jugar con la palabra, con el pensamiento, con
la vida. Jugar, hacerles jugar, obligarles a jugar si fuera
necesario. Porque de por sí, son tan serios todos ellos...
La
verdadera faz del silencio es la del niño, del cachorro. Cuando está
embebido en su juego primordial y no emite un ruido, probando con la
pata el movimiento de la araña que se esconde.
El
niño es la versión de bolsillo de nuestros silencios adultos. Pero
no sólo eso sino que incorpora en su identidad infantil todas las
virtualidades de nuestros adultos silencios. Sólo que es demasiado
silencioso...
Sus
gritos y rebuznos son una mera cortina de humo para ocultar su
verdadero ser silente. El niño juega. Esa es toda su seriedad. Y
nada le apartará de su camino. Tiene toda la voluntad del mundo y
juega con ella.
Se
lee en silencio. Bueno, no al principio. Hasta la Edad Media no se
leyó en silencio. Porque es demasiado peligroso para el hombre
embeberse de sí mismo. Ensimismarse es palabra fuerte.
Recorremos
toda la disyuntiva de los silencios en la lectura. Hay pausas,
momentos insensibles o por el contrario, muy sensibilizados, hiatos.
El silencio ilustrado es la culminación del silencio de la mente.
Sólo
en el sentido de trampa evolutiva, muchas veces. Porque ya nada puede
romper ese coriáceo panteón de los silencios vivos que es un lector
de libros. Hasta aquí hemos llegado, al fin del mundo conocido...
Aseguran
algunos que el silencio es muerte. Es posible. La muerte es la
contraparte de nuestras vidas, nuestra compañera ideal, y nuestro
fin. Si los silencios fueran pequeñas muertes, cada uno de ellos
comportaría una pequeña resurrección.
A
no ser que negáramos la unidad del ser, la identidad. Y que
estuviéramos formados de innúmeras entidades reunidas y abrochadas
por los silencios correspondientes. Como bien pudiera ser.
Si
así fuera, si la vida fuera una miríada de polvillos de vida
dispersos por todas partes, no temeríamos a la muerte, pues cada
muerte sería sustituida inmediatamente por una vida nueva en
nuestras vidas macroscópicas.
Seríamos
un tegumento de inmortalidades, bien dispuestas al sol que más
calienta de la vida nuestra de cada día.
La
percepción que tenemos de los silencios vitales es variada como no
podía ser menos dada la variedad de experiencias y de vidas que nos
componen y con las que estamos en contacto, permanentemente.
La
situación se presenta, como un campo de batalla, con apariencia
caótica y desorganizada, pero si nos fijamos con atención
percibiremos unos hilos conductores y organizadores de todo el
movimiento.
Es
la vida que se renueva constantemente y que nos deja sin más, sin
palabras y exhaustos.
jueves, 10 de agosto de 2017
Cuando trazamos círculos andamos cerca de la ficción que se caracteriza
por no avanzar por el camino de la realidad. Desde el punto de vista de
la realidad, la ficción no cubre un recorrido temporal. Cuando se inicia
y cuando termina estamos en el mismo tiempo respecto del mundo. Porque
ya está trazada, compuesta, elaborada, cuando se presenta ante la
degustación del lector -si hablamos de literatura-. En ese sentido,
tampoco está sujeta al Destino.
martes, 8 de agosto de 2017
domingo, 6 de agosto de 2017
Recitaba,
declamaba sus versos a la luz de la luna. Era una simbiosis de pradera y
árbol a la vez que recogía los cantos de las estrellas. Era buena.
Mientras tanto, en la feria de barlovento...El pobre yacía en medio de desperdicios tras pasar una noche de suave claridad en aquel verano rojo.
Y sucedió que la poeta recogió sus bártulos verbales y se fue con la declamación a otra parte, más recóndita y oscura. Y el pobre, que la había olfateado, la siguió.
Del pobre y de la poeta nada más se supo. Se los había tragado la tierra. Tierra más infértil para la poeta que para el pobre, en cualquier caso.
Y los sembrados de hojas carcomidas por el sol cubrían las espinas de aquel banquete, que el pobre se había dado y la poeta había servido.
Mientras tanto, en la feria de barlovento...El pobre yacía en medio de desperdicios tras pasar una noche de suave claridad en aquel verano rojo.
Y sucedió que la poeta recogió sus bártulos verbales y se fue con la declamación a otra parte, más recóndita y oscura. Y el pobre, que la había olfateado, la siguió.
Del pobre y de la poeta nada más se supo. Se los había tragado la tierra. Tierra más infértil para la poeta que para el pobre, en cualquier caso.
Y los sembrados de hojas carcomidas por el sol cubrían las espinas de aquel banquete, que el pobre se había dado y la poeta había servido.
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