lunes, 31 de julio de 2017
Quien abre una novela, una buena novela, obtiene el mapa, contemplado a
vista de pájaro, de algún territorio material o psicológico o
sociológico. En el siglo XIX, época del narrador omnisciente, era el
autor quien observaba desde las alturas de su cielo literario. En el
siglo XX, el autor, cómodamente aposentado en tierra, se encuentra en
estado de trance o de hipnosis y hace sucesivos viajes astrales y tiene
luego que recomponer todo ese material medio delirante, véase Joyce o
Faulkner. (Del siglo XXI hablaremos cuando habitemos en el siglo XXI y
no en uno de los arrabales del XX).
sábado, 29 de julio de 2017
jueves, 27 de julio de 2017
martes, 25 de julio de 2017
Se puede dudar de la existencia de Dios, pero no al modo que se puede
dudar de la existencia del bosón de Higgs, éste está sometido a los
procedimientos del método científico y podemos asegurar que en un tiempo
por determinar quedará zanjada la polémica sobre su existencia.
En cambio de Dios sabemos con certeza que nunca quedará zanjada tal polémica. Por regla general sabemos si un ente existe o no en nuestro mundo. Así no cabe la posibilidad para un ente que existe en nuestro mundo de que no exista en nuestro mundo y al revés. No es el caso de Dios.
Las propiedades son algo que se puede tener o se puede dejar de tener. La existencia no es una propiedad, es la condición de posibilidad para un ente de tener propiedades. Así, el ente “caballo” existe en nuestro mundo y se puede decir de él que es blanco o gris o moteado o saltarín o juguetón. Y el ente “unicornio” no existe en nuestro mundo y no cabe aseverar que sea blanco o gris o … salvo en algún mundo posible pero no en nuestro mundo.
¿Dios tiene propiedades? ¿Se manifiesta de algún modo? Es discutible. Unicornio para unos, caballo de batalla de nuestra mente, para otros...en cualquier caso, es un ente no domesticable.
En cambio de Dios sabemos con certeza que nunca quedará zanjada tal polémica. Por regla general sabemos si un ente existe o no en nuestro mundo. Así no cabe la posibilidad para un ente que existe en nuestro mundo de que no exista en nuestro mundo y al revés. No es el caso de Dios.
Las propiedades son algo que se puede tener o se puede dejar de tener. La existencia no es una propiedad, es la condición de posibilidad para un ente de tener propiedades. Así, el ente “caballo” existe en nuestro mundo y se puede decir de él que es blanco o gris o moteado o saltarín o juguetón. Y el ente “unicornio” no existe en nuestro mundo y no cabe aseverar que sea blanco o gris o … salvo en algún mundo posible pero no en nuestro mundo.
¿Dios tiene propiedades? ¿Se manifiesta de algún modo? Es discutible. Unicornio para unos, caballo de batalla de nuestra mente, para otros...en cualquier caso, es un ente no domesticable.
sábado, 22 de julio de 2017
Todos empezamos simplemente siendo, lo que es algo sumamente
desestabilizador porque conlleva la creación constante de mundos en los
que habitar, que se agotan a cada poco. Por eso, preferimos devenir,
siendo así recreadores de mundos preexistentes a nosotros que duran en
tanto nos transformemos hacia lo que queremos ser. El mundo del ser es
heroico, es el tiempo del mito también. El mundo del devenir es el de la
primacía moral del deber ser, y es el tiempo del logos.
viernes, 21 de julio de 2017
El reloj siempre marcará la hora, perspicaz, como la brújula imantada
señala al norte. Y siempre serán las doce a las doce y la una dentro de
una hora y sucesivamente. Lo que plantean los relojes es el síndrome del
desgaste del tiempo, pues el tiempo vuelve a comenzar irremisiblemente
cada veinticuatro horas, pero, ay, algo mellado. Y con el polvillo del
tiempo desgastado, que tiene cualidades mágicas, empieza una vida, y
también termina. Hora nona, ¿por qué nos abandonas?
domingo, 16 de julio de 2017
La situación no era tan desesperada como para recurrir a medidas de
fortuna, como abrir las ventanas y dejar que corriera el aire, se decía
Juan. Aquí resistimos bien atrincherados y pertrechados de armas como
ventilador y, último recurso, aire acondicionado.
La sensación térmica era abochornante pero de alguna extraña manera, soportable. Juan descorrió las cortinas y vio el edificio frontero, de empaque y piedra, sin ofrecerle a la vista ningún punto de ruptura para que, cual casa Usher, alguna porción de cornisa se viniera abajo. Ya se sabe que la dilatación de los calores puede acarrear desgracias.
La desgracia era lo que más temía, y a eso se aferraba para sobrevivir civilizadamente. "La Razón es la continuidad de los números", como hierofante de sí mismo, Juan recitaba antiguos mantras que le ayudaban a salvar, si no los muebles, sí la diosa Razón. Y es importante que ésta no sea desahuciada, se dijo, sudoroso y abanicándose con un ejemplar de revista atrasada.
Se dio pronto cuenta de que en su país eran adictos al calor, pero esta adicción, a diferencia de otras, no requería de oscuridad y putrefacción, como para el cultivo del champiñón, se decía, sino de paramentos que le protegieran de la luz solar directa. Y en eso estaba Juan, acaso buscando la felicidad del momento oportuno, y a punto, a punto, de bajar las persianas.
La sensación térmica era abochornante pero de alguna extraña manera, soportable. Juan descorrió las cortinas y vio el edificio frontero, de empaque y piedra, sin ofrecerle a la vista ningún punto de ruptura para que, cual casa Usher, alguna porción de cornisa se viniera abajo. Ya se sabe que la dilatación de los calores puede acarrear desgracias.
La desgracia era lo que más temía, y a eso se aferraba para sobrevivir civilizadamente. "La Razón es la continuidad de los números", como hierofante de sí mismo, Juan recitaba antiguos mantras que le ayudaban a salvar, si no los muebles, sí la diosa Razón. Y es importante que ésta no sea desahuciada, se dijo, sudoroso y abanicándose con un ejemplar de revista atrasada.
Se dio pronto cuenta de que en su país eran adictos al calor, pero esta adicción, a diferencia de otras, no requería de oscuridad y putrefacción, como para el cultivo del champiñón, se decía, sino de paramentos que le protegieran de la luz solar directa. Y en eso estaba Juan, acaso buscando la felicidad del momento oportuno, y a punto, a punto, de bajar las persianas.
viernes, 14 de julio de 2017
jueves, 13 de julio de 2017
- ¿Qué admiras?
- Puede que la versatilidad o la bonhomía de la Naturaleza en el trasunto floral que nos rodea, no lo sé, déjame admirar.
Y Javier Del Prado Biezma, continuó con la exploración de esos mundos interiores que tan fácilmente él sacaba a flote, a la luz de sus brillantes ojos, martilleando la experiencia con conciencia bien emprendedora.
Y mientras tanto...la luz tornasolaba los alvéolos florales, las inflorescencias se acomodaban al vagabundeo del día y se escapaban de la noche que ya llegaba.
- Que juegues bien, se despidió Javier.
Y Adán le siguió con la mirada mientras se refugiaba en su paraíso interior.
martes, 11 de julio de 2017
"Vivienda desocupada, funcional, ideal para ocupación inmediata, se ofrece a pandemias, palabros, requiebros y expósitos".
Letrero que campaba en la ventana de un segundo piso del barrio de las Letras de Madrid, donde es de justicia que se escriba con cierto arrobo, arritmia conjugada de duende quejoso, y hasta cambalache, propios del poso -y peso- de las manos que han arañado papel en los siglos que nos preceden y de los que tan envidiosos nos mostramos como para labrar ventanas a semejantes golpes surgidos de la tramoya de muchas vidas.
Me imagino a los ungidos de mucho amor -correspondido y no correspondido- acudiendo a la llamada de dicho letrero.
Letrero que campaba en la ventana de un segundo piso del barrio de las Letras de Madrid, donde es de justicia que se escriba con cierto arrobo, arritmia conjugada de duende quejoso, y hasta cambalache, propios del poso -y peso- de las manos que han arañado papel en los siglos que nos preceden y de los que tan envidiosos nos mostramos como para labrar ventanas a semejantes golpes surgidos de la tramoya de muchas vidas.
Me imagino a los ungidos de mucho amor -correspondido y no correspondido- acudiendo a la llamada de dicho letrero.
viernes, 7 de julio de 2017
El recorrido del tracto digestivo sirve para
absorber nutrientes y excretar impurezas, pero también puede servir para
calumniar al pan y a la carne que pasan a convertirse en otros
compuestos, mientras nosotros, orondos, como quien no quiere la cosa,
nos echamos la siesta. Nos maldicen silenciosamente los alimentos
mientras son reconvertidos y cuando no queda rastro de su origen,
exhalamos un tenue suspiro de satisfacción por el daño causado. Malas
bestias...
martes, 4 de julio de 2017
lunes, 3 de julio de 2017
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