miércoles, 31 de mayo de 2017
Un genio, un auténtico genio, no puede ser reconocido pues nadie, nadie
está a su altura y sus manifestaciones deben ser tan comprensibles por
todos como el demótico proferido en medio de la plaza. Los que nosotros
tomamos por genios son mediocres que miran por algunos instantes el
prisma que descompone la luz divina.
lunes, 29 de mayo de 2017
domingo, 21 de mayo de 2017
Cuando se trata de decidir hay que tomar partido de la indecisión para
arrinconar todas las variables en una mixtura unitaria que, al final, se
confunde con el destino, con lo que sólo queda dejarse llevar. Este
sabio consejo se lo oí a uno de los siete sabios de Grecia, el más
escorado hacia los bordes del tablero, mientras hacía esfuerzos
denodados por no jugar al siete rojo en la ruleta instalada en la gran
nave de recreo que construyeron los astilleros de Pericles en el Pireo.
El aconsejado no atinó sino a decir "Ozú, maestro, con la venia, yo no
juego". Y los templos de Poseidón recibían sus sacrificios en la forma
de cartas del bacarrá.
sábado, 20 de mayo de 2017
Hoy es San Pedro Celestino, ¿acaso la versión turca, y por tanto algo
perversa, del Guardián de la (Sublime) Puerta del Paraíso? Esas serían
las Delicias Turcas que Erdogan nos exporta para que al retozar en el
más allá, sepamos quién es el dueño de los Estrechos pasos que conducen
al cielo cristiano. Porque de todos es sabido que Turquía está en el
bajo vientre de Europa y, ¿no es desde ahí de dónde se controlan los
(otra vez, sí) Estrechos esfínteres que liberamos muchas veces en el
Gran Paso a la Luz?
Consultad un calendario, consultad.
Consultad un calendario, consultad.
jueves, 18 de mayo de 2017
El trovador languidecía. Su dama ya no era fuente de inspiración para
él. No entendía cómo había cesado el flujo amoroso que les unía en
comunión espiritual. Pero fiel hasta la muerte, decidió que si el amor
ya no era para él, viviría entregado a la guerra.
Entró en la compañía de un capitán de fortuna que por el camino pasó. Muchos lances le acompañaron pero en ninguno vio peligrar su vida. Empezaba a encanecer y el capitán le dijo con buenas palabras que más valía muerto que vivo.
Accedió entonces a un monasterio cercano, desempeñándose como monje lego y mientras ordeñaba a las cabras repasaba su vida, al ritmo sincopado de la leche que manaba de la ubre.
Comenzó a darse cuenta de que siempre le había faltado un verdadero ritmo interior, un pulso con el que sentirse en armonía y en paz. Repasando sus versos, no encontró nada que pudiera salvarse de la quema.
Entonces se sintió más libre y empezó, a escondidas, a chupar de la ubre de la cabra. Sintió que el espíritu del animal le poseía y desde esa noche durmió entre sus cabras, alegando la necesidad de protección del rebaño. Volvía a soñar, después de muchos años y creyó apaciblemente que el monasterio sería el lugar de sus últimos días.
La guerra, que ya no habitaba en su espíritu, pasó a morar en su paisaje vital y redujo a escombros su monasterio. La soldadesca dio buena cuenta de las cabras, después de violarlas.
Aquel trovador-soldado-monje languidecía y cuando murió, una pequeña cantidad de semen manchó su calzón. Quizá era un tributo que aún no había pagado a la música de las esferas, su último seno materno.
Entró en la compañía de un capitán de fortuna que por el camino pasó. Muchos lances le acompañaron pero en ninguno vio peligrar su vida. Empezaba a encanecer y el capitán le dijo con buenas palabras que más valía muerto que vivo.
Accedió entonces a un monasterio cercano, desempeñándose como monje lego y mientras ordeñaba a las cabras repasaba su vida, al ritmo sincopado de la leche que manaba de la ubre.
Comenzó a darse cuenta de que siempre le había faltado un verdadero ritmo interior, un pulso con el que sentirse en armonía y en paz. Repasando sus versos, no encontró nada que pudiera salvarse de la quema.
Entonces se sintió más libre y empezó, a escondidas, a chupar de la ubre de la cabra. Sintió que el espíritu del animal le poseía y desde esa noche durmió entre sus cabras, alegando la necesidad de protección del rebaño. Volvía a soñar, después de muchos años y creyó apaciblemente que el monasterio sería el lugar de sus últimos días.
La guerra, que ya no habitaba en su espíritu, pasó a morar en su paisaje vital y redujo a escombros su monasterio. La soldadesca dio buena cuenta de las cabras, después de violarlas.
Aquel trovador-soldado-monje languidecía y cuando murió, una pequeña cantidad de semen manchó su calzón. Quizá era un tributo que aún no había pagado a la música de las esferas, su último seno materno.
lunes, 15 de mayo de 2017
sábado, 13 de mayo de 2017
martes, 9 de mayo de 2017
jueves, 4 de mayo de 2017
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