viernes, 28 de enero de 2022

De Immanuel Kant se cuenta que paseaba todos los días a la misma hora haciendo el mismo recorrido por Koenigsberg, entonces en la Prusia Oriental, hoy Kaliningrado, capital del enclave ruso del mismo nombre entre Polonia y Lituania. Creo, pero no estoy seguro, que el famoso problema de "los siete puentes de Koenigsberg" tiene algo que ver con Kant. Este problema matemático, resuelto por Euler, es el comienzo de la teoría de grafos, primer desembarque en la topología, que abre así un nuevo rumbo en la matemática. No sé si Kant cruzaba en su paseo alguno de los puentes de su ciudad, pero sería bonito pensar que, al caminar, trazaba con sus pasos inconscientemente la solución al problema de Euler, ya sabéis, un grafo ganador. Kant tuvo algunos problemas con Federico de Prusia, su rey, no es de extrañar por parte de quien formuló la teoría de "la paz perpetua", fundamento remoto de la idea y hacer de la unidad europea. En sus tiempos, el oso ruso estaba muy lejos y Ucrania era, indubitablemente, rusa. La Ucrania de hoy es un patchwork de retales polacos y rusos, fundamentalmente, tironeada así por tirios y troyanos. El centro de gravedad del equilibrio europeo ha corrido hacia el este, lo que no deja de ser más ecuánime teniendo en cuenta que, como decía el general De Gaulle, "Europa se extiende del Atlántico a los Urales". En fin, que si Kant era una personalidad obsesiva, sus tiempos, con el correr del tiempo, han marcado a fuego a Occidente. No es el único que lo ha hecho, por supuesto, pero sí de los pocos filósofos modernos, aparte de Descartes, con verdadera carga de profundidad científica. El reloj de péndulo de su casa le señalaba la hora de enarbolar el sextante simbólico con el que fijar la longitud, cada día, de una nave hecha de pensamientos. No le avisaría, por cierto, de si amenazaba tormenta , y, más de una tarde, volvería de su paseo caladito hasta los huesos. Qué se le va a hacer!

lunes, 17 de enero de 2022

La resultante de las fuerzas de la vida en el campo (energético) del sueño tiene como límite (¿matemático?) a la muerte. Esta sería la Ley (Patafísica) del Sueño que Freud renunció a enunciar debido a que fue equidistante entre la vida y la muerte. Con lo que la resultante de sus esfuerzos (¿científicos?) tendía a cero. Dalí, esto, lo comprendió muy bien, por lo que se dedicó con empeño a ser el "avida dollars" (anagrama de "Salvador Dalí" que le dedicó André Breton).

sábado, 8 de enero de 2022

No se puede estar orgulloso de una condición (vg. ser rubio, o ser moreno, o ser homosexual, o ser heterosexual, o ser mujer), porque, al no depender de ti, no estás orgulloso de ti, sino de una imagen de ti y, además, parcialmente falseada porque pretendes, al crearla, que seas tú mismo, y eso es imposible excepto para un dios o para un narcisista.

sábado, 1 de enero de 2022

Ayer saqué a Bruno de paseo, una vuelta rápida...hizo todo lo que tenía que hacer. Al volver, Claudio me dijo: "ya tengo asegurada una noche tranquila, porque Yanko cagó también antes". Estos, los perros, son agradecidos y, a ratos, pocos, zalameros. Claudio me dice que sé comunicarme con ellos, y con las palomas, yo solo sé que sus gestos, miradas, actitudes y movimientos corporales en general, me dicen mucho, y creo que me ayudan a transitar por la vida. Ayer, como en un cuento de Navidad, vivíamos en un año y hoy vivimos en otro. La postergación de la satisfacción del deseo es uno de los signos distintivos de los seres humanos...eso dicen. Yo no lo tengo tan claro, porque estos juegan al ajedrez conmigo...y no sé jugar al ajedrez. Esa es una inadecuación esencial a la vida que me hace creerme más racional que la media. No es verdad, por supuesto. Pero vivo en las nubes, entre el cielo y el suelo, y, a mi modo de ver, soy feliz en una gran proporción de mi tiempo. Este es el final, feliz, que le doy a mi cuento de Navidad. Ah! y no tomé alcohol la noche de fin de año... Dios me premió con un sueño reposado, profundo y casi perenne. Bruno, Yanko y Claudio también han dormido bien. No soñé y al despertar vi luz. ¿Qué más puedo pedir?