martes, 22 de noviembre de 2022

Ir a la contra del mundo te puede asegurar una vía de acceso a la buena vida. No hablo de convertirte en un Supertacañón, personaje de Chicho Ibáñez Serrador que recordaréis los amigos españoles. Sí lo fui durante mucho tiempo, pero ahora creo que ya no. No, ir a la contra es tan sencillo y tan inocuo como no ser consumista y por ejemplo no viajar al extranjero o no ir al cine ni a otros espectáculos públicos, ni ir al restaurante o salir de noche. No por un prurito de flagelación pública, sino porque no te cueste un ardite hacerlo. En suma, consiste en estar a gusto con tu vida, lo que para un animal no humano sería adecuarse completamente a su nicho ecológico, que es lo que hacen. Sí, vivir con agrado y sin querer nada que no forme parte ya de tu entorno y accionar. En mi caso particular, puede ser una forma de vida muy pasiva y así, contemplo estas tardes sin una exclamación gestual el progresivo oscurecimiento de las paredes de mi sala de estar echado en el sofá cubierto con una mantita mientras escucho un cd de Schumann. Es vivir de acuerdo a costumbres y hábitos que pautan mi diario acontecer, hora a hora y casi minuto por minuto. La repetición es una de las características del tiempo cíclico en el que se manifiesta lo sagrado del mundo. Y vivir en un Cosmos es también el principio de una vida racional. Y, de repente, roer una onza de chocolate y saborear un instante que ya no va a volver. Ay, sí, tenéis razón, me he hecho viejo.

sábado, 12 de noviembre de 2022

La díada sagrado-profano, motor dialéctico de la antropología, según, entre otros, el rumano Mircea Eliade, no deja de ser otro constructo teórico más en la estela de tantos desde el Iluminismo por lo menos. Todos se caracterizan por estipular una distancia que puede ser recorrida en n-pasos, desde la semilla teorética hasta el objeto de estudio develado. En efecto, la clave para discernir lo sagrado - de lo profano - estriba en que no guarda distancias, es pasto de la instantaneidad como la concepción humana de la eternidad, mientras que todo lo que cae en el ámbito de lo profano sí que compromete distancias, o lo que es lo mismo, es mensurable o potencialmente mensurable. Como digo, ya el hecho de plantearlo de esta manera reduce lo sagrado a la mera razón con lo que, en el instante de cernirlo, lo perdemos, en tanto que ente numinoso. Seguramente, lo único que escape a esta fuerza mayor del conocimiento sea todo lo que caiga bajo el rótulo de "ciencias humanas", que no está nunca teóricamente dado. Quiero decir que siempre es posible en lo humano imaginar alternativas teóricas tan válidas unas como las otras, puesto que lo humano es un ámbito autónomo, va por libre, desde las auroras precisamente del Iluminismo. Y así estoy haciendo yo en esta entrada con lo sagrado-profano.

miércoles, 2 de noviembre de 2022

Mirando un cartel en la calle pensé que todos somos un ejército de un solo hombre. Por lo que hay frentes innumerables, y así, no se puede ganar, pero tampoco se puede perder (la guerra). O dicho de otra forma, las batallas que pierdo o gano no son realmente significativas para mi vida.