domingo, 30 de diciembre de 2018
sábado, 29 de diciembre de 2018
El
aleteo
El
ritual de apareamiento del águila calva ha comenzado. Son los
preliminares de la secuencia y el macho está sacándole rendimiento
a su fina capa de grasa corporal que le permite empotrarse
grácilmente contra las defensas de su hembra.
Seguro
que son las cosas del querer, pero verde que te quiero verde...
Encontraron
unos polluelos junto a unos restos de huevos en el nido de la pareja
felizmente empotrada.
La
potencia de tiro no permite abrigar grandes esperanzas sobre la
suerte que corrieron, allá por las montañas.
¿Qué
hacer?
Enfangarse
en los bordes de la charca y hacer de tu capa un sayo...
Sólidos,
se agarran a la cadena trófica y empujan, empujan...
Sabias
decisiones les han conducido hasta aquí, por más que no vuelen,
todavía, no encontrarán la solución a sus cuitas sin perder
algunas plumas de su bello plumero.
Los
polluelos todavía, quizá, no lo saben, pero sus progenitores van a
tardar más de la cuenta en volver.
El
nido se ha quedado huérfano, habitado por las tiernas crías que
graznan con algo de estupor y un poco más de desespero.
¿Sabrán
los riesgos que corren, solas? ¿Se imaginarán por un momento los
peligros que las acechan?
Pero
pronto les sonreirá la suerte. Su madre aparece en lontananza con un
peso que promete entre sus garras.
Las
crías se salvaron, por esta vez. Pero que no haya corrido la sangre,
salvo la de la presa, no quiere decir que sus pruebas hayan
terminado.
Poco
a poco van desarrollando plumaje, musculatura y tonicidad en sus
extremidades. La vista se aguza y el olfato, también.
El
verano avanza y pronto llegarán los primeros fríos otoñales.
¿Quién
salvará a quién? Ese es el dilema cósmico que aletea sobre esta
breve historia de unas aves y sus crías, en agraz.
Conocer
el resultado, juego a tiempo parcial en todo caso, es cosa de interés
para los protagonistas, pero no tanto para nosotros, meros
observadores, a distancia y protegidos por toda una capa de irisada
civilización.
“Faites
vos jeux!”, sólo le faltó gritar al croupier de este gran juego.
viernes, 28 de diciembre de 2018
A veces sueño que vuelvo al hospital (estuvieron cerca de amputarme una pierna). Las noches, sobre todo, aunque el internamiento no se prolongue más allá de doce o catorce días, son mil y una noches, de una Scheherezade mala. Ella también tiene que evolucionar al bien que está al cabo de sus relatos. Sus noches, porque son las tuyas, vuelven una y otra vez, en una constante expectativa de mejora y cambio. Regeneración. No sólo física sino también moral. Porque un hospital es sobre todo el sanatorio de las almas.
jueves, 27 de diciembre de 2018
domingo, 16 de diciembre de 2018
El lenguaje se comporta como si fuera el dueño de la llave que abre y cierra la vida humana. Nada podemos hacer sin él y él sólo existe porque somos. Simbiosis? Puede ser. Pero hay una trampa y es que nada hay fuera del lenguaje. Ni siquiera pensamiento...Eso quisiera él. Él, como si fuera el amante, la bestia armada que nos seduce, y acaso no es así?
jueves, 13 de diciembre de 2018
"No hay casualidades"...Entonces todo es narración. Ya ha pasado, en algún plano de la realidad. Es rememoración y está dotada de algún sentido. Es una forma de reintroducir a Dios o la divinidad, de rondón. Pero un Dios que no es libre, pues está atrapado -¿poseído?- en su narración. Y por tanto, no siendo libre no nos puede dar la libertad tampoco (al menos como emanación de su Ser). Seguro que Freud se daba cuenta de lo que con su frase decía, porque él era Dios.
jueves, 6 de diciembre de 2018
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