domingo, 31 de octubre de 2021

El ser tiene una ciencia - la ontología - y la paciencia es la arqueología del ser. De esta suerte podría discurrir yo, hasta hace unos años: o sea, del ser para la nada hasta la nada sin más. Ya me han salido dos aforismos, ¿vamos a por el tercero? Elegir es siempre ser paciente. Bingo!

domingo, 24 de octubre de 2021

Creo, pero no estoy seguro, que fueron los novelistas franceses de principios del XIX los primeros en presentar a sus personajes como, "la Duchesse de S." o "Monsieur de Z.". Así, como si los dados para todas las jugadas estuvieran marcados con lo que todas las variaciones posibles - cualquier nombre - fueran fallos o trampas. Esto es sintomático de que el hombre había ocupado la plaza de Dios para efectuar las tiradas (de los dados). Y claro, el hombre, por definición, es falible (a diferencia de Dios). En la ficción anterior a esta época, Dios obra libremente, y da a cada uno lo suyo. A partir de 1800 el desequilibrio simbólico que acarrea la injusticia se adueña de los personajes, que no son sino personas sordas (per-sonare, "para sonar", persona), con lo que, en una forma de justicia inmanente, las personas de carne y hueso, para intentar reequilibrar la balanza y poder vivir a trancas y barrancas, empiezan a vivir con algo roto en su interior. (Este último argumento no es más que una ficción dentro de la ficción, algo que no deja de ser representativo de la forma de vida de los humanos de los dos últimos siglos).

jueves, 14 de octubre de 2021

Yo creo que comprometerse en una relación es un poco como la idea - brillante - de Descartes según la cual Dios, para sostener la creación, creaba a cada instante el Universo. Así, hombres y mujeres como somos, damos todo de nosotros para que nuestra relación se mantenga. Hay (¡cómo no!) un pero, y es que Descartes no sé si se dio cuenta de que esa creación permanente implicaba acumular innúmeros fines del mundo, en un a modo de industria divina de la muerte (del tiempo). Y eso me trae a la mente una visión de Hitler como gran industrial de la muerte en los campos. Hitler hizo de la ejecución, que era discreta, algo continuo, en tanto los convoyes ferroviarios aportaban constantemente un flujo de condenados. En eso se parecía al Dios de Descartes. Pero Hitler nunca se comprometió con Eva Braun (lo del final fue una pantomima), así que creo estar autorizado a deslindar conceptualmente los términos utilizados en la frase inicial de esta entrada. Modestamente humanos, hay que hacer todo lo posible para que el compromiso que cada quien tenga, se mantenga. Y si he contribuido con un granito filosófico a intentar dar por acabada la modernidad, ¡loado sea Dios!

domingo, 3 de octubre de 2021

Pensar bien, duele. Creo que esta sería una buena fundamentación para el estoicismo, la filosofía que los cínicos le dieron a los perros. Y como creo que los perros piensan sin palabras, ¿llegamos a un Dios sin palabras, que reza constantemente para que, entre otras cosas, los perros sepan sus tiempos y rutinas? El hombre no puede, para bien morir hay que pensar así.