martes, 23 de febrero de 2021

Aaron Copland, compositor americano de mediados del XX, decía que para una buena audición había que escuchar todas las notas. Sin embargo, en muchas obras, eso supone una suerte de condena a galeras musical. Un buen truco es escuchar - y seguir - la línea más grave de la ejecución. En el barroco, por ejemplo, el bajo continuo. No me hubiera gustado encararme a Aaron Copland.

sábado, 13 de febrero de 2021

Creo que Marin Marais es al Señor de Sainte-Colombe lo que Schubert a Beethoven, que dijo una vez, tras escuchar un cuarteto de cuerdas de este último, "¿qué nos queda a nosotros por escribir?". Pero Marin y Sainte-Colombe vivieron cien años antes y la posible orfandad espiritual de Schubert ante Beethoven es propia de un siglo que ya lidia con la idea del individuo como la medida de todas las cosas. Así que Marin Marais se libró de su maestro componiéndole a su muerte un "Tombeau" (tumba), el "Tombeau pour M. de Sainte-Colombe", famosa obra para viola de gamba y bajo continuo, que, a un tiempo, rememora y anula, superándola, la virtud compositiva de este su mentor. Con lo que el barroco francés da ejemplo del vigor de la sociedad tradicional por sobre la mentalidad enfermiza que ya comienza a principio del XIX, y que perdura en nuestros días. Aunque hoy día todo se dirimiría entre individuos encapsulados delirantes en las redes sociales. Pero el delirio es una forma de la excentricidad, en su sentido etimológico, lo que conduciría probablemente a una teoría de campos de fuerza (al "salir" de los cuerpos puesto que no tenemos ya centro). Energía en suma, más que movimiento de partículas o masa como serían los individuos en choque de raigambre romántica. Y creo que esto abre, de alguna manera, una vía de retorno a una forma de ver las cosas más propia de siglos anteriores a lo contemporáneo.