Desde Julio Verne hasta Gandhi, más o menos, hay un arco temporal que preanuncia la televisión. Ese sueño, en technicolor, que niega el blanco y negro, nos permite atisbar, y hasta oler, la inocencia inteligente, ya definitivamente perdida, en nuestro devenir histórico reciente.
martes, 26 de febrero de 2019
lunes, 25 de febrero de 2019
viernes, 22 de febrero de 2019
martes, 19 de febrero de 2019
viernes, 15 de febrero de 2019
lunes, 11 de febrero de 2019
El ascensor de caja de madera se ha quedado colgado entre el bajo y el primero.
- El edificio es antiguo, dijo mi amigo C., y los propietarios no quieren hacer las derramas que ayudarían a revertir su estado.
- No me extraña, dije yo, si empezaran a hacer arreglos la factura subiría a la estratosfera.
Íbamos caminando por una estrecha calle en leve pendiente, hacia abajo.
Miré adelante y vi un perro grande, aparentemente muy viejo. C. lo acarició al pasar.
Pensé que el perro podría poner en movimiento al viejo ascensor si su cansado lomo tuviese que emprender el ascenso de la escalera.
"Si viviésemos en Japón, nadie querría tener que cargar con la muerte de ese venerable anciano, agotado de subir escaleras", seguí pensando.
Y no sé por qué, me dio por recordar al sabio Paganel que, sabio despistado, rotuló "Mar del Japón", en un mapa que confeccionó de las costas del Cantábrico, en alguna novela de Julio Verne.
Sí, eran Los hijos del capitán Grant.
- El edificio es antiguo, dijo mi amigo C., y los propietarios no quieren hacer las derramas que ayudarían a revertir su estado.
- No me extraña, dije yo, si empezaran a hacer arreglos la factura subiría a la estratosfera.
Íbamos caminando por una estrecha calle en leve pendiente, hacia abajo.
Miré adelante y vi un perro grande, aparentemente muy viejo. C. lo acarició al pasar.
Pensé que el perro podría poner en movimiento al viejo ascensor si su cansado lomo tuviese que emprender el ascenso de la escalera.
"Si viviésemos en Japón, nadie querría tener que cargar con la muerte de ese venerable anciano, agotado de subir escaleras", seguí pensando.
Y no sé por qué, me dio por recordar al sabio Paganel que, sabio despistado, rotuló "Mar del Japón", en un mapa que confeccionó de las costas del Cantábrico, en alguna novela de Julio Verne.
Sí, eran Los hijos del capitán Grant.
sábado, 9 de febrero de 2019
Sobrevive a la guerra incivil de cada día y se corona emperatriz de Lavapiés. (Sabía muy bien que se lo debía todo a la zarzuela). Poco después, pare una camada y, así, funda una dinastía. Nada le aflige y escasos son los que la inmutan. Vivirá, como le corresponde, una vida ejemplar. (La moneda, lanzada al aire, cae de canto).
lunes, 4 de febrero de 2019
El cerebro es fuente y caudal de pensamientos. Nunca se sacia de ellos, los utiliza para disolver, poco a poco, el mundo. Así, por ejemplo, a los 18 años tenía ganas de vivir, y ahora, a los 57, ya no tengo ganas de vivir, porque tengo algo más importante, vida. Disolví el ansia del mundo y me quedé con su esencia. Y mi cerebro sigue manando...
sábado, 2 de febrero de 2019
Echar perros sobre la vida de cada cual es como condimentar un buen guiso. Con la diferencia de que los perros te salvan siempre, y el guiso se puede quemar.
Quemar las naves con perros a bordo es imposible e intentarlo siquiera es fastidioso pues los ladridos y quejidos te pueden perforar el tímpano.
Un perro es siempre un salvavidas, gritón, generalmente, lo que les da un aire entre saltimbanquis de la vida y paracaidistas al rescate.
Lo dicho. Los perros te aseguran que tu vida jamás pasará hambre y lo hacen con un buen ladrido (que lo dice todo).
Quemar las naves con perros a bordo es imposible e intentarlo siquiera es fastidioso pues los ladridos y quejidos te pueden perforar el tímpano.
Un perro es siempre un salvavidas, gritón, generalmente, lo que les da un aire entre saltimbanquis de la vida y paracaidistas al rescate.
Lo dicho. Los perros te aseguran que tu vida jamás pasará hambre y lo hacen con un buen ladrido (que lo dice todo).
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