sábado, 28 de noviembre de 2020

Catalina II, la Grande, tenía bajo su mira, literalmente, a un cosaco, el cual, desde la planta inferior a la noble y a través de un orificio practicado al efecto, con una escobilla limpiaba el real trasero tras defecar. No consta en las crónicas que el cosaco tuviera visiones extáticas con aquellas sacras heces. Pero un siglo antes, el filósofo Spinoza escribía a su amada apasionadas cartas en las que expresaba la trascendencia espiritual que le proporcionaba pensar, y meditar, en las heces de su prometida. Así pues, ¿qué tendrá la mierda cuando vale, literalmente, su peso en oro? Freud hablaría de una regresión a fase anal. Bla, bla, bla... En realidad es mucho más simple. La mierda es el primer objeto de intercambio del bebé y, por tanto, el emblema secreto de todas las transacciones comerciales. Se dice que el avaro no puede comerse su oro, tampoco debería alimentarse de la mierda.

lunes, 16 de noviembre de 2020

El sabio Arago que hacía cosas como medir arcos del meridiano de París, que pasa por la ciudad de Barcelona, allá por los tiempos napoleónicos, se topó de hoz y coz durante sus trabajos con el bandolerismo hispano. Choque de trenes! El fino espíritu francés contra el casticismo español. Arago salió por piernas tras un enredo de vodevil. Años más tarde, la "grandeur" francesa se puso a prueba con el viejo cuento de un almirante que afirmaba haber visto olas de 20 metros. Arago, irónico, bajó los humos al marino replicando que no podía haber olas de más de 7 u 8 metros. El estrépito de la ola al romper se oyó en Santa Elena, donde el emperador agonizaba tras ser trabajosamente envenenado por la pérfida Albión, que, curiosamente, cabalgaba las olas.

martes, 3 de noviembre de 2020

El sociólogo Goffman dice que todos somos actores, en varios escenarios simultáneos. ¿Y el ideal del actor no será comunicar transmitiendo cero información? Pues por definición, la información (el papel) al actor se la da otro... Eso sería una perversión del lenguaje pues todo lenguaje tiene - entre otras - la función de informar. Y digo yo, ¿no será acaso el lenguaje verbal (que es el específicamente nuestro) perverso por naturaleza?