domingo, 27 de noviembre de 2016

La luciérnaga se asomó al mar sin fondo del pozo del patio. El joven Víctor la miraba con mal disimulado rebozo. No tendría más de seis años cuando sus padres le condujeron a la ciudad de Madrid, en el séquito de José Bonaparte. Los días promisorios del nuevo reinado acompañaron la breve estancia, conjugados con la tragedia que arrastraba la situación vital en que se encontraban. No creo que le quedase al escritor Víctor Hugo mucho de aquellos días matritenses, pero sí que se llevó consigo, de retorno a Francia, la luz en su mirada de aquella luciérnaga, asomada a tales abismos.

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