viernes, 5 de agosto de 2016

La sensación de asfixia en el interior de la carcasa del velocípedo, que avanzaba a la fulgurante velocidad de siete kilómetros por hora, era tan grande que no hubo más remedio que bajar la ventanilla. Al instante se coló en el interior un ángel que volaba bajo por el cielo de la ciudad. Antes de morir asfixiado por el calor, son tan delicados los ángeles...tuvo tiempo de decir: "Me he escapado de un cuadro de El Bosco...¡ha sido horrible!". Todos los que nos apelotonábamos en el interior dejamos fluir una lagrimita, que de lacrimal en lacrimal fue haciendo subir la humedad hasta que constituimos un microclima tropical. La piña colada nos esperaba en el bar del andén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario