domingo, 20 de agosto de 2017

La secta de los hashisins (o de los asesinos) tuvo espantado a medio Islam durante cerca de dos siglos. Aparecía uno de ellos en un acto político, una audiencia de algún gobernante, y cuando este pasaba al lado suyo, se abalanzaba y lo asesinaba. Inmediatamente después se suicidaba. El modus operandi de los asesinos tenía inermes a los responsables de la seguridad, pues nada podía detenerlos.

Desaparecieron cuando se opusieron a un enemigo irresistible, los mongoles, que asediaron y conquistaron, una a una, todas sus fortalezas y atalayas.

El último jeque de los hashisins murió camino de Mongolia, pero se ocultó a uno de sus hijos en vistas a preservar la sucesión.

En el siglo XIX a un descendiente indirecto de aquel último hijo, el sha de Persia le concedió el título de Aga Khan. Hoy reina en las revistas de papel couché.

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