miércoles, 7 de marzo de 2018

La vida tira de sí misma para escalar en el vacío. No se cae porque no hay arriba ni abajo en la esfera vital. Medio dormida -nunca muy despierta- juega su juego y dispone de sí misma. Hasta la consunción. Ni más, ni menos. La vida dormida no está hecha para despertar. Ni lo quiere, ni puede.
Sabemos que la vida es lábil y tiende a cubrir todos los huecos. Parsimoniosamente, procede en su andadura. Una marcha de paquidermos toca a su fin.
Todas las vidas son vidas sin igual. Siempre juega con ases. Incluso cuando decide jugar un rato al dominó.
Los dominios de la vida limitan consigo mismos. Es la vida ensordecida la mejor de todas? Nos lo dirá con tenue voz.
Tenue, se adormece.

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