Dejad
que proliferen las sectas
Déjenme
que les cuente qué pasa cuando se taponan los recambios
generacionales de escritores, más hacia acá de los últimos -o
penúltimos- consagrados hacia los años 80 en España.
La
reacción es la aparición de sectas literarias que emergen como
coaliciones de perdedores que se dan apoyo mutuo, sostén y, sobre
todo, palabra -y lectura en su caso-, endogámicamente.
Es
el caso de las sectas literarias igualitarias, en las que no
descuella ninguna personalidad en particular y todos son mediocres
corifeos de su propia obra y milagros.
Normalmente
este tipo de secta tiene escaso recorrido temporal, pues se agotan en
sí mismos los combustibles y propulsores que permitan su navegación,
dado el carácter ritualístico y onanístico de las prácticas de la
secta.
También
se puede dar otro tipo de secta, aquella liderada por un personaje
que, tomado individualmente es un escritor de tercera o cuarta fila,
pero que descuella entre sus pares sectarios adoradores.
En
este caso, el escritor se nimba de una aureola de falsa brillantez y
relumbrón, visible sólo para sus acólitos y que, puesto que la
mayor parte del tiempo no sale del reducto de su secta literaria,
parece imprimirle carácter.
Característica
notable de este segundo tipo de secta literaria es la miseria moral
en que se enfangan los sectarios adoradores, pues para mejor hacer
resaltar las virtudes del líder, es necesario aparentar el
proporcional hundimiento en la bajeza de sus seguidores.
Esto
da lugar a muchas situaciones risibles, en las que se muestra a la
cabeza de ratón, pues no pudo ser cola de león, ensalzado en
levitación cuasi mística pues tiene que repartir parabienes y
admoniciones, en equilibrio inestable para mantenerse en lo alto de
su sitial.
El
proceso de creación de la secta literaria no suele ser muy
prolongado, pues desde sus inicios, allá en los años 90, se dieron
las condiciones de sostenibilidad necesarias para imprimir el
detonante y la energía subyacente para su puesta en circulación.
Sí
que es digno de mencionar que, con el transcurso de los años se ha
ido erigiendo toda una superestructura alrededor de las sectas
literarias para su reacomodo y realimentación.
Por
ejemplo, las editoriales bucaneras, que navegan al impulso del mejor
postor o, las más de las veces, al impulso del remar igualitario de
los remeros escritores que aspiran a publicar.
A
toda costa. Así, las editoriales bucaneras se alimentan de las
ansias y prurito que da comezón y pimienta literaria a los remeros
de a pie.
Naturalmente,
todos sabemos de lo que estoy hablando. Una forma solapada de
autoedición, cuando no descarada, que cubre costos y gastos de
edición sobre las cargadas espaldas de los remeros de baja estofa.
Puede
decirse que se ha ido generando, con el transcurso de los años, todo
un entramado de recorridos, eventos y saraos literarios, o
paraliterarios, en las covachuelas y locales que les han dado
maltrecho cobijo.
Claro
está que la resonancia de tales eventos se circunscribe única y
estrictamente a los propios participantes y consumidores,
autosuficientes, de tales apacentamientos.
Así,
paradójicamente, la obra ha perdido toda relevancia literaria
estrictamente hablando, pues productores y consumidores se confunden
en incestuosa relación.
Con
lo que la obra, sin peso alguno por sí misma, se convierte en mera
contraseña y carta de presentación, al mismo tiempo, de los nuevos
escritores, aspirantes a acceder a tal o cual secta literaria.
Lo
importante para entender su funcionamiento sectario es comprender que
lo meramente literario ha perdido toda su función en detrimento de
una pantanosa y emponzoñada serie de relaciones simultáneas y
sucesivas de apareamiento virtual mutuo, en las sectas igualitarias,
y con el líder, en las demás.
Así,
todas las características del más bajo amor-odio en la vida real,
se reproducen en estas relaciones siempre virtuales, bien que puedan
llegar a ser de carne y saliva o de carne y hueso.
En
efecto, puesto que el objeto fingido deseado, la obra literaria,
carece de entidad, se desplaza a la cópula virtual el encargo de
dotar de contenido y sentido a las sectas literarias.
Se
entiende que se copula en relaciones de apareamiento que no tienen
otro efecto que la generación del feto literario, o resorte,
agudeza, ingeniosidad, boutade, trampa verbal o trampantojo que dan
curso y seguimiento a las reuniones de las sectas.
El
feto literario siempre tiene aromas abortivos pues es su
característica que nunca llega a su fin, lo que hubiera dado lugar a
la consagración del o de los escritores, sino que siempre se queda a
medio camino, entre dos aguas más o menos fecales.
Tal
es el panorama que se encuentra, a principios del siglo XXI, el
bisturí literario que quiera hacer la disección, pues otra palabra
no encuentro, de la vida literaria en la España actual.
¿Qué
pasará cuando desaparezcan los miembros consagrados de la generación
literaria de los 80, felizmente reinantes, por muerte natural o
inducida?
Napoleón
decía: “L´intendance suivra” (la intendencia seguirá), al
aludir al alargamiento excesivo de las líneas de un ejército en
movimiento hacia...¿la nada?
La
nada real y que fructifica a ojos vista es, actualmente, la red de
las redes sociales, en marcha hacia...la desconsagración, la
deconstrucción de los escritores.
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