sábado, 1 de enero de 2022

Ayer saqué a Bruno de paseo, una vuelta rápida...hizo todo lo que tenía que hacer. Al volver, Claudio me dijo: "ya tengo asegurada una noche tranquila, porque Yanko cagó también antes". Estos, los perros, son agradecidos y, a ratos, pocos, zalameros. Claudio me dice que sé comunicarme con ellos, y con las palomas, yo solo sé que sus gestos, miradas, actitudes y movimientos corporales en general, me dicen mucho, y creo que me ayudan a transitar por la vida. Ayer, como en un cuento de Navidad, vivíamos en un año y hoy vivimos en otro. La postergación de la satisfacción del deseo es uno de los signos distintivos de los seres humanos...eso dicen. Yo no lo tengo tan claro, porque estos juegan al ajedrez conmigo...y no sé jugar al ajedrez. Esa es una inadecuación esencial a la vida que me hace creerme más racional que la media. No es verdad, por supuesto. Pero vivo en las nubes, entre el cielo y el suelo, y, a mi modo de ver, soy feliz en una gran proporción de mi tiempo. Este es el final, feliz, que le doy a mi cuento de Navidad. Ah! y no tomé alcohol la noche de fin de año... Dios me premió con un sueño reposado, profundo y casi perenne. Bruno, Yanko y Claudio también han dormido bien. No soñé y al despertar vi luz. ¿Qué más puedo pedir?

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