domingo, 20 de abril de 2025

Siempre he pensado que el lema de la ciudad de París, "fluctuat nec mergitur", fluctúa pero no zozobra (campando en su escudo sobre la imagen de una nave), es el mejor emblema de mi vida. Y supongo que de las vidas de cada cual. Sí, vivimos peligrosamente, ni que sea metafóricamente. Yo tengo una vida interior azarosa y aventurera en la que interpreto ante mi mismo el papel de un aguerrido pirata del Caribe o de las Molucas. Exteriormente, mi vida es de un platitud casi asombrosa. Y, mientras, yo me bato en feroz lucha contra molinos de viento que se me aparecen constantemente en forma de, qué sé yo, una sección musical en la Pasión según San Mateo, de Bach, que estuviera escuchando con arrebol, y que me ofreciera de repente un desafío musical e intelectual. Que debo superar prestamente para seguir sobreviviendo. Sí, mi vida interior está plagada de estos y muchos otros desafíos que atentarían contra mi tranquilidad y paz espiritual de no levantarlos raudamente mediante alguna finta ingeniosa y ocurrente. Es como si viviera en el interior de un sudoku gigante y tridimensional. Así, cómo queréis que me aburra? Por cierto, feliz y reconfortante Semana Santa para los católicos, periodo este de renovación anual y puesta a punto espirituales, que no espirituosos, sin una copita de orujo que llevarme al coleto... ay, la bohemia interior, inversa y oculta.

jueves, 10 de abril de 2025

Las verdades de razón o tautologías (que siempre son verdaderas y por ello, indubitables) son todas ellas equivalentes a la proposición "Solo sé indubitablemente que no sé nada", (sobre el mundo), puesto que las tautologías se caracterizan porque no tienen contenido fáctico; y esa proposición es contradictoria pues equivale a: "Sé y no sé simultáneamente", con lo que no hay verdades de razón y solo puede haberlas de hecho (referidas a alguna característica del mundo). Si lo que acabo de decir fuera cierto creo que la lógica moderna se derrumbaría. Roguemos al Señor, y a los lógicos, porque me haya equivocado.