sábado, 18 de mayo de 2024

Al igual que en ciertas cosmogonías antiguas, para mi el mundo es muy simple. Parto del supuesto de que ni lo conozco ni puedo llegar a conocerlo. Y de ahí busco la línea de menor presión cognitiva. Así, para mi el mundo es un agujero. Sencillo, no? Es un agujero que siempre estoy pisando, con lo que todo lo que llevo encima acaba cayendo en él. Sí, los intentos diarios de cambiar el mundo los tiro alegremente al agujero. Los heroicos esfuerzos por sobrevivir día a día, al agujero. La experiencia y la memoria, al agujero. Con lo que siempre estoy en un estado adánico frente al mundo. "Si todo es nuevo, nada se pierde", sería mi lema existencial. Cada día vuelvo a nacer (de un repollo), eso sí, ya mayorcito y hasta medio cascado. Nunca seré un adulto, claro. Con lo que no tengo problemas de adulto. Pues en cuanto asoma lo terrible, al agujero. Claro que tendré que acabar por tirarme yo de cabeza al agujero. Sí, acabaré por morir de éxito.

miércoles, 8 de mayo de 2024

Según algunos, no somos libres, al igual que el resto de la Naturaleza, sometidos todos a las leyes y principios que la ciencia intenta revelar. Creo que se trata de un falso dilema el que nos sitúa entre la Escila y la Caribdis de la libertad o la determinación. Porque ser libre significa que la conciencia estipula nuestros pasos. Y la conciencia, para la ciencia, es un homúnculo que supuestamente habita el interior de cada testa humana. Quiero decir que la única representación para la ciencia de la conciencia es, a efectos prácticos, esa. Porque la conciencia, por definición, no puede tener traslación objetiva, al ser, para sus defensores, la clave y cifra de lo subjetivo. Así que la ciencia que intenta estipular las leyes que rigen al mundo - y de paso, a nosotros - se queda muda ante la conciencia. Literalmente no se puede expresar, decir, en términos científicos. Y si no puede ser objeto de discurso - científico - no se puede contraponer en el mismo plano al discurso de la determinación - científico -. Con lo que no se puede plasmar lógicamente el supuesto dilema. Eso no quiere decir, por supuesto, que el debate en la vida nuestra de cada día no siga abierto. Pero, créedme, es perenne o al menos tanto como la vida humana pueda serlo.