lunes, 29 de mayo de 2017

Que la razón sueñe es muy positivo, pues el sueño libera las potencialidades del ser humano inoculándoles una febrícula. Pero cuando la febrícula se convierte en fiebre, entonces la razón no sueña sino que se agita en su prisión, ay, tan humana, y su aleteo deviene monstruoso.

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