Las
guerras se suelen firmar con seudónimo, en el que solemos reconocernos
todos salvo los locos y fanáticos a los que no hacemos mucho caso cuando
proclaman su solitaria autoría. En cambio en la paz armamos de forma
anónima metrónomos sumergibles para que la sopa se mueva rítmicamente
con el cazo de las mujeres, vedettes de la postguerra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario