jueves, 25 de septiembre de 2014

Es lógico, piensa mi vecino, contemplando la sincronía de los semáforos en la perspectiva de una gran avenida. Es lógico, piensa el crío, jugando a la rayuela. Es lógico, piensa la señora de una cierta edad, mientras cae gota a gota la estricnina en el vaso de agua que le va a servir a su marido. Es lógico, piensa el loco, al saber que le incrementan la dosis de antipsicótico.
No es lógico, digo, sintiendo la espalda mojada de sudor mientras me oprime mi última contracción del mundo.
Hegel escribió "La ciencia de la lógica" para que Marx se la pusiera cabeza arriba y Frege le amputara las extremidades, la nariz y las orejas hasta hacer de la lógica una ciencia formal, que es algo así como preparar una caja llena de huesos, agitarla y decir, "¿oyes?", y satisfecho volverla a guardar sin hacer ruido.
Metafóricamente hablando es ruidosa la vida y silenciosas todas las lógicas que nos sirven de coartada.

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