Es
lógico, piensa mi vecino, contemplando la sincronía de los semáforos en
la perspectiva de una gran avenida. Es lógico, piensa el crío, jugando a
la rayuela. Es lógico, piensa la señora de una cierta edad, mientras
cae gota a gota la estricnina en el vaso de agua que le va a servir a su
marido. Es lógico, piensa el loco, al saber que le incrementan la dosis
de antipsicótico.
No es lógico, digo, sintiendo la espalda mojada de sudor mientras me oprime mi última contracción del mundo.
Hegel escribió "La ciencia de la lógica" para que Marx se la pusiera
cabeza arriba y Frege le amputara las extremidades, la nariz y las
orejas hasta hacer de la lógica una ciencia formal, que es algo así como
preparar una caja llena de huesos, agitarla y decir, "¿oyes?", y
satisfecho volverla a guardar sin hacer ruido.
Metafóricamente hablando es ruidosa la vida y silenciosas todas las lógicas que nos sirven de coartada.
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