miércoles, 24 de septiembre de 2014
Kant
al sur de los Urales, el sueño de la razón produce monstruos 235 años
después. ¿Os cuento un secreto? Kant adoraba jugar con viejos toneles de
cerveza. Vacíos, se metía dentro y jugaba a Diógenes buscando al rey de
Prusia. Cierto día un bodeguero conocido suyo le regaló un tonel
repleto de cerveza. Kant la arrojó al río desde uno de los siete puentes
de su ciudad, Koenigsberg, pero, ebrio con
los vapores que desprendía el tonel, cayó también al río. Antes de
ahogarse vio a dos jóvenes del futuro en Rostov del Don que luchaban por
él como él luchó, en cierto modo, por su cerveza. Gracias a Dios sabe
quién, Kant despertó en su cama, agitado y comprendió finalmente que la
vida es sueño. Después de todo, ya habían pasado 200 años...
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