Pensar bien, duele. Creo que esta sería una buena fundamentación para el estoicismo, la filosofía que los cínicos le dieron a los perros. Y como creo que los perros piensan sin palabras, ¿llegamos a un Dios sin palabras, que reza constantemente para que, entre otras cosas, los perros sepan sus tiempos y rutinas? El hombre no puede, para bien morir hay que pensar así.
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