No tiene más crédito quien pide menos, sino quien pide más. Luego el
ahorro, de palabras por ejemplo, de adjetivos pongamos por caso,
engrandece al banco de la Literatura que puede expedir el certificado de
"el barroco es la infancia de la literatura", sin peligro de que se
sequen sus ubres nutricias.
Empezaré por contradecirme a mi mismo: a mi me encanta el realismo
mágico de estirpe fundamentalmente latinoamericana. Los creadores de
mundos tienen que detallar ímprobamente, descender al mínimo pie porque
no están tomando prestado de un mundo preexistente sino que, como digo,
están creándolo. Y crear es nombrar sin que falte un ápice.
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