Si fuimos en algún momento aves del paraíso, podremos aspirar a ser
aves parlantes, loros, cotorras...domesticadas por algún dios de
bolsillo roto en el que no caigan monedas (porque nuestros picos se
habrán afilado contra su metal).
(Desvariaba así el borrachuzo,
devanándose las meninges para llegar a volar alto otra vez. Ni tan
siquiera recordaba como había sido antes de empezar a beber en serio.)
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