martes, 31 de octubre de 2023

"Alló, alló...!", se suele decir que dicen muchos al descolgar el teléfono. "Holá, holá...!", podrían decir otros tantos poniendo los puntos sobre las íes...equivocadas? En cualquier caso unos hablan y otros se responden. Hay un dogma de fe contemporáneo que dice que a mayor frecuencia de comunicación instantánea (p.ej. con un teléfono móvil), mayor grado de intimidad. Falso!, respondo con - poca - autoridad. Con un teléfono móvil en la mano estás controlado - geolocalizado - y convertido en zombi por la personalización babeante de anuncios y mensajes que acoge bajo su ala el tal control mediático. Y cualquier zombi se caracteriza por haber dejado en la tumba de la que surgió todo su bagaje de intimidad. Los usuarios de los móviles, es decir, casi toda la población mundial no lactante, estamos atrapados en múltiples redes superpuestas que nos paralizan como si morásemos en tumbas. Y a tumba abierta viajamos hacia la noche todos los días para no recuperar la intimidad sino en forma de sueño, en nuestra cama a poder ser. Así podemos decir que intimamos con nosotros mismos. Ya es mucho.

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