domingo, 28 de julio de 2024
Se dice a veces que el tiempo real, lo que ocurre, es el presente. Pero ¿qué es el presente? Si lo vamos deslindando, a porciones, del pasado y del futuro, ¿cuándo tenemos verdaderamente acceso a "el presente"? En rigor, el presente es el límite matemático tanto del pasado como del futuro. Y tiende a cero. Esto me parece que ejemplifica bien que el tiempo humano que conceptualizamos es problemático. Es como si funcionase con interrupciones, a empellones, no se desarrolla con fluidez. Y la fluidez debería ser una de las características del tiempo, creo yo. Desde este punto de vista, la eternidad en la que viven tanto los seres divinos como los animales no humanos es el tiempo hablando con rigor. Y lo que los humanos llamamos "tiempo" es una eternidad interrumpida. O sea, un asco de tiempo. Disculpadme, que voy a sacar la mano por la ventana por si llueve.
jueves, 18 de julio de 2024
Todas las sociedades tienen reyes, o lo que es lo mismo, el pico social, el culmen social. Así, ahora mismo el rey puede ser un as deportivo tras culminar su proeza. O bien, un político prominente gracias a alguna cuestión de actualidad. O quizá, un cineasta o actor o actriz de cine por alguna actuación reciente. Algunos países tienen sus reyes permanentes, los titulares por así decir. Pero el pico social varía muy notablemente cada poco tiempo. La misión del rey o la reina circunstancial es poner la marca-país en el hito que ellos representen en cada momento. La herencia de cada breve reinado no es otra que la que corresponde a estar en la cúspide en el instante adecuado para traspasar el testigo al siguiente rey o reina. No estoy hablando de los reyes hereditarios que algunos países, como España, mantienen hoy día (también hay monarquías electivas como el Vaticano, Malasia, y algunos otros). Está en la naturaleza de las cosas tener reyes. Cosa distinta es dejarlos que se reproduzcan.
lunes, 8 de julio de 2024
"Historia de la eternidad", "El fin de la eternidad", son dos títulos de obras de Borges y Asimov, respectivamente. A mi me parece más logrado, literariamente hablando, el de Borges, aunque los dos aluden al mismo concepto paradójico. Así me siento yo un poco esta mañana de post-Orgullo, en la que mi noche loca ha consistido en aguantar en mi casa estirando la noche hasta las 12, hora en que en la aledaña plaza de Pedro Zerolo cesaba la música orgiástica, y a continuación, apagar todas las luces y dormirme. Hoy sería yo objeto de un cuento de Asimov, seguramente, al darme cuenta de que mi estabilidad - serenidad - presente es un poco el resultado forzado - y así, a regañadientes - sencillamente de haber ido cumpliendo años y no morir en el intento. Y así, soy un sobreviviente de mi mismo, de mi yo de otras épocas en que intentaba disfrutar irrefrenablemente apurando hasta las heces el vaso lleno que me ofrecía la vida. Sencillamente no es que roce con el dedo gordo del pie la ataraxia sino que se ha ido reduciendo hasta convertirse en un hilillo de vida mi caudal. Y yo que creía ser un poco sabio!
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