lunes, 24 de febrero de 2025

Una mentira sumergida en su medio desaloja la misma cantidad de realidad de signo inverso. Pues la mentira bien encaminada genera una realidad alternativa y opuesta a la que desmiente explícita o implícitamente. Es así la mentira la única máquina del tiempo realmente existente. Vivimos todos los seres vivos, capaces de mentira, en continuos virajes y cambios de rasante de nuestra realidad. No es de extrañar que la máquina descarrile a cada tanto. Pero la única víctima es el ridículo.

viernes, 14 de febrero de 2025

Creo que hay un flujo de pensamiento (entiendo aquí por pensamiento también percepción y sensaciones de todo tipo), solo conozco uno. Ahora bien, el titular de ese flujo de pensamiento no sé muy bien quién es. Es decir, la conciencia (ser consciente de ese flujo de pensamiento) se me escapa. Es normal, puesto que solo puedo acceder a ella como a un pensamiento más. Así, no creo que piense luego exista (en una posterior versión Descartes elimina la conexión lógica intermedia y expresa "pienso, existo"). Como veréis, si existir es para mi algo que está inmerso en la duda, no os extrañe si extrapolo y digo que lo que exista (el mundo) está desafectado y, francamente, no me importa en qué estado esté. Luego, la ontología para mi, (lo que haya, lo que sea que es real) no es una cuestión filósofica pertinente. Me importa mucho más la narración, o el pequeño libro de mi vida como queráis decir. Las historias, y luego la Historia, me interesan vitalmente. Es, quizá, mi pequeño homenaje a Ortega ahora que se cumplen alrededor de 100 años desde su florecimiento intelectual.

lunes, 3 de febrero de 2025

Los tiempos. El metrónomo y el diapasón internos que todos llevamos a cuestas. Nuestra vida toda es una coreografía que traemos medio aprendida por educación y experiencia y que modificamos, aquí y allá, para mejorar - o empeorar - en algún punto. El baile, por extensión lo lúdico, el juego, son nuestra savia y nos dan, o nos quitan, vitalidad. Todo esto es bien sabido. Danzad, danzad, malditos... era el título de una película. Yo bailaré, y espero que alguna vez, muy hacia el final de mi vida, alguna variación del baile de San Vito... si alguna araña compasiva me quiere hacer el favor.