domingo, 8 de junio de 2025

Desde el final de la 2ª guerra mundial hay dos hechos básicos que han modificado el panorama general. En primer lugar, todos los pueblos del globo han adoptado el Estado-nación que surgió en Europa en los siglos XVIII-XIX, con lo que se ha impedido de hecho la continuidad histórica del colonialismo pues un hipotético colonizador actual se enfrentaría no a pueblos o tribus desunidos sino a estados organizados o al menos a proto-estados imbuidos de nacionalismo. Ejemplo claro de ello son los fracasos de los últimos estadios evolutivos del colonialismo, esto es, la injerencia internacional humanitaria y la justicia universal. Véase las guerras balcánicas y las invasiones de Afganistán. En segundo lugar, se ha generalizado universalmente el sistema económico capitalista, en dos versiones, el neocapitalismo occidental, y el capitalismo de Estado chino y ruso. La primera versión últimamente parece que pierde fuelle y está tomando algunos elementos prestados de la segunda. Véase el auge de las extremas derechas en Occidente, con su demanda, entre otras, de mayor nacionalismo y rechazo a la inmigración. Así, el derecho y la economía han visto el triunfo pírrico de Occidente, no así la cultura, la sociedad, la religión...Occidente vive horas bajas también debidas a la filosofía pues los pueblos europeos han ido gradualmente adoptando el imperativo categórico kantiano que el propio Kant consideraba un ideal utópico inalcanzable. Con lo que, de paso, han perdido todo el ardor guerrero que les caracterizaba y se han convertido, en su mayor parte, con la excepción por el momento de Estados Unidos e Inglaterra, en presa fácil para cualquiera que se de cuenta de ello. Y si no, al tiempo...

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