sábado, 16 de agosto de 2025

El punto cero de la estética de la monarquía absoluta es el monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Felipe II creó un emblema-construcción que sería replicado un siglo después con Versalles, la adaptación de Luis XIV al gusto francés del modelo original. Después ya todo serían réplicas. ¿Se puede hablar de vanidad absoluta de ambos reyes? Sí y no. Para mi es un error extrapolar la psicología de la clase media a la de los reyes y otros emperadores. Creo que la clase alta, históricamente, se ha regido por otras leyes. El ejemplo paradigmático es el caso de Luis XVI y María Antonieta. Después de su matrimonio, no tuvieron hijos durante casi 7 años. Al parecer ninguno de los dos sabía qué había que hacer para tenerlos. Y tuvo que ser un colega de Luis XVI, Federico de Prusia quien, durante una visita a la corte francesa, mediante parábolas y ejemplos pusiese a Luis al corriente de las cosas. El Escorial, con el transcurso del tiempo, se ha fosilizado y Versalles, finalmente, se ha perfumado. Ambos edificios subsumen el espíritu de una época seguramente más honesta y, en el fondo, menos hipócrita que la nuestra. Pero las dobleces, aun en los pañuelos, fueron un invento de los chinos que Occidente con los años se ha dignado incorporar a su acervo. Y así ya nadie habita Versalles, antena cósmica de fantasmagorías y alusiones múltiples. Porque ya nadie quiere ser señalado como monarca absoluto pero haberlos, haylos...

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