miércoles, 6 de agosto de 2025

Perdiendo la paciencia...Yo, que soy de natural tímido, he tardado muchos años en asumir las consecuencias de mi rasgo de personalidad. Los tímidos, al ser recesivos, ahorramos en ademanes y aspavientos. Sería así, en mi caso, de no combinarse esa timidez con una soberbia y vanidad encumbradas, durante muchos años, al palo del gallinero de mi infantilismo. Así, he vivido como una cabeza loca durante la mayor parte de mi vida adulta. Aunque, ya pasados los 50, empecé a recular hacia modos de comportamiento más morigerados. Progresivamente, he ido achicando vanidades y, por el contrario, he ido haciendo acopio de una timidez coherente consigo misma que me ha permitido ir perdiendo la paciencia en cada vez menos ocasiones y lugares. Genio y figura hasta la sepultura, dice el refrán español. Pero yo, que creo haber muerto en muchas ocasiones, y resucitado otras tantas, he podido permitirme, finalmente (a la vejez, viruelas), ser inteligente en mi vida. Sí, yo que he creído durante toda mi vida que era muy inteligente, no lo era para nada en mi vida, al contrario, era muy tonto. Ya no lo soy tanto y por ello doy gracias. A medida que maduraba he ido comprendiendo un poco a los animales (no humanos) y les he apreciado cada vez más. Mi amigo Claudio dice que me reencarnaré en vaca de La Tordilla (Argentina). Y no me extrañaría lo más mínimo.

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