La eternidad de andar por casa se llama "continuar". Así (preferentemente en pantuflas).

La marca de la vida es una curiosa rayadura en el parabrisas, primero casi imperceptible y que después se va extendiendo inexorablemente, pero que nunca, por una desidia que llamamos destino, llevamos a reparar al taller.

El alimento de los dioses en el Jardín de las Hespérides son las manzanas de oro, las naranjas...que comemos 2500 años más tarde ya sin remordimientos. El paso de lo sagrado a lo profano es más lento que la germinación de una idea seminal. Las ideas son los mosquitos que perforan poco a poco el caparazón de lo sagrado. Y hasta que podamos ducharnos de agua sabia de esa alcachofa milenaria todavía tienen que pasar eones.

Amaestrar monstruos es la dicha de la razón. Sólo lo consigue en pleno sueño. Los adiestra así con tino y mimo. Lástima que tenga que despertar -algunas veces-. Cosa que ni los monstruos ni ella saben cuando ocurrirá, pero que los primeros aprovechan para escapar, con los consiguientes sustos.

¿Es sueño o es verdad? El que hizo esa pregunta fue el primero que vivió en el mundo moderno.

Olvidar y menguar la conciencia son las alegrías que nos da el espíritu. Pero crecer y menguar son las alegrías que nos da el alma.

- ¿Qué pintas?
- La expresión de su rostro.
(Silencio)
- Mmm...¿sí?
- ¿No lo ves?
- Dicho así...
- Hazte a un lado, que me quitas luz.
(Reforzándose a sí mismo)
- No te esfuerzas en buscar cómo plasmar el contorno de ese mohín...
- ¿de sus labios?
- Sí
- Yo no busco, encuentro.

Y Picasso siguió pintando. Era muy temprano, el alba del siglo XX, y muy pronto brillaría el sol.