Era ante todo laico, se echaba sus sueñecitos y al despertar siempre
nacía; nació tantas veces que se tuvo que despertar del sueño de las
reencarnaciones. Transformado en Buda laico, el insomnio no le
atormentaba, sólo le hacía lloriquear un poco de tanto mantener los ojos
abiertos. Moraleja: un Buda no puede matricularse en un colegio laico y
republicano pues dañaría las instalaciones con tanta humedad destilada.
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